Identificados los mecanismos cerebrales que explican que algunos fumadores no puedan dejar el tabaco

Fumar es malo, muy malo, para la salud. Tal es así que dejar el tabaco es, sin lugar a dudas, la mejor medida que puede adoptar cualquier fumador. Pero no resulta fácil. O por lo menos, parece mucho más difícil para algunos fumadores. Y la razón para ello no se explica simplemente por la adición, mayor o menor, a la nicotina. No en vano, fumar un cigarrillo es un comportamiento automatizado que solo puede ser inhibido con la intervención de circuitos cerebrales específicos. Y como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Médica de Carolina del Sur en Charleston (EE.UU.), estos circuitos se encuentran interrumpidos y no funcionan adecuadamente en muchos fumadores.

Como explica Brett Froeliger, director de esta investigación publicada en la revista «JAMA Psychiatry», «en el cerebro, la urgencia de fumar se desencadena de una forma similar a la que nos impulsa a pisar el acelerador cuando el semáforo se pone en verde. Y es que el fumador de un paquete diario se pone un cigarrillo en su boca al menos varios centenares de veces al día a lo largo de los años. Es decir, se convierte en un comportamiento automatizado».

Fuente: ABC Salud

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