La ansiedad cursa con un amplio abanico de síntomas. Pueden ser cognitivos, como pensamientos recurrentes, catastrofistas y anticipatorios, dificultad para concentrarse y pensamientos muy polarizados; físicos o fisiológicos, como fatiga, tensión muscular, taquicardia, molestias gastrointestinales, dificultad respiratoria, náuseas o vómitos, dificultad para conciliar el sueño o permanecer dormido… Y conductuales, como agitación, inquietud o impaciencia, irritabilidad, hiperactividad, temblores o tartamudeo… Saber identificarlos pronto es el primer paso para asumir la enfermedad, pedir asesoramiento al médico, al psiquiatra o al farmacéutico y recibir el tratamiento adecuado.
De estos aspectos y de cómo se trata la patología se habla en la guía (Con)Vivir con la ansiedad, en la que han participado la Fundación Juan José López-Ibor, la Sociedad Española para el Desarrollo y Estudio de la Psicología (Sedep) y Schwabe Farma Ibérica.
Fuente: Diario Médico