Tanto el acoso escolar como el acoso laboral tienen una relación bidireccional con la depresión. Las personas depresivas son carne de cañón para ser acosadas y, por otro lado, el acoso termina provocando síntomas depresivos en las víctimas. Es la pescadilla que se muerde la cola, un mecanismo que sólo podrá interrumpirse, o al menos paliarse, con medidas de prevención e intervenciones en centros escolares y de trabajo. Aunque sean fenómenos diferentes, quienes han sido acosados en la escuela tienen mayor riesgo de serlo en el entorno laboral.
Fuente: Diario Médico